A principios de 2000, la telefonía móvil
basaba su modelo de negocios en las comunicaciones de voz. Las comunicaciones
de datos y sus aplicaciones desde un puesto móvil normalmente se soportaban en
equipos específicos diferentes al “terminal” de telefonía móvil: PDAs y otros
tipos de ordenadores portables, que necesitaban un punto de acceso a una red de
datos para poder operar. Dado el coste
de equipos y conectividad, estas aplicaciones estaban, limitadas a redes
empresariales, cuando había una mejora importante en productividad, que lo
justificara.
Participé en un ejemplo de este tipo de
aplicaciones en los año 1996 y 1997. Una
gran empresa farmacéutica en Argentina tenía una fuerza de ventas de alrededor
de 200 Visitadores Médicos trabajando en la calle. Para la empresa era muy importante la
recogida de partes e informes en tiempo real de parte de los mismos, así como
el suministro de información actualizada de productos y promociones de una
forma eficiente, reduciendo costos de desplazamientos, comunicaciones
telefónicas de larga distancia y correo postal a todo el país.
Este objetivo se logró dotando a cada
Visitador de un PDA (Apple Newton 2000) equipado con un módem para conectarse a
Internet mediante una llamada local a un ISP con servidores situados en todo el
país. El Visitador registraba sus partes
e informes directamente en el PDA, prescindiendo del papel, y diariamente
transmitía los datos a un servidor central, de donde recibía también mensajes y
actualizaciones de los datos locales de su PDA.
Este era el tipo de aplicaciones móviles que se conocían y que aplicaban
sobre todo a fuerzas de venta o de campo, y no estaban disponibles para el
público en general.
Esto cambió. Los teléfonos móviles
empezaron a incorporar una cantidad de aplicaciones novedosas y disponibles
masivamente. Funciones como agendas y
directorios empezaron a ser parte natural del teléfono. La incorporación de mensajes de texto SMS
abrió camino a una enorme cantidad de nuevas aplicaciones, muchas de ellas que
sorprendieron a los mismos creadores de la misma.
Los nuevos estándares de comunicación
GSM GPRS y UMTS abrieron también el camino de la convergencia entre PDAs y
teléfonos móviles. La red móvil pasaba
de ser una red analógica montada sobre ondas de radio, a ser una red digital
donde “paquetes” de distinto tipo (voz, datos) se intercambiaban entre
diferentes “terminales”. Esto permitió
que el teléfono móvil ejerciera una serie de funciones adicionales: de
localización, correo electrónico, navegación de páginas web, acceso a
diferentes contenidos audiovisuales,
ejecución de aplicaciones corporativas.
Ericsson R380 (año 2000) El primer dispositivo al que se llamó "Smartphone" |
Pero lo más importante es que estas
nuevas funciones no sólo estaban disponibles para las redes empresariales sino
para el público en general, con un coste apenas superior al que tenían por la
comunicación de voz tradicional.
Alrededor de esto, los usuarios muchas veces crearon sus propias redes y
verdaderamente crearon nuevas “industrias” alrededor de estas capacidades de
comunicación.
Este es el caso de los contenidos para
móviles.
La descarga de fotos, videos,
archivos de audio para “personalizar” los terminales se transformó en una
industria en si misma que factura miles de millones de dólares en el mundo. Lo
mismo sucede con otras actividades de ocio o entretenimiento, participación en
concursos, juegos interactivos, todos ellos basados en el móvil, incluyendo
servicios públicos como localización de personas, aplicaciones médicas, medios
de pago y otras.
Móvil tocando música La industria de tonos y contenidos musicales para móviles fue una de las primeras en despegar |
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