viernes, 5 de junio de 2015

Una perspectiva histórica de la TI (X): el estallido de la burbuja



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DTI (27.01.99): Analistas bursátiles dan cuenta de un creciente nerviosismo en el centro financiero neoyorquino Wall Street. La causa es el temor a que reviente la "burbuja Internet" que ha venido inflándose a un ritmo vertiginoso durante los últimos meses.


Las "acciones Internet" más conocidas, pertenecientes a Yahoo! y Amazon, experimentaron una ligera apreciación el pasado viernes, aunque la tendencia fue a la depreciación para el conjunto de las acciones de tal categoría. La tendencia hace inevitable preguntarse si estamos frente a una acomodación de las acciones Internet en un nivel más razonable; es decir, en el nivel real.


Usar el término irrazonable para calificar la situación actual no es, en lo absoluto, aventurado. Por citar un ejemplo, durante 1998, la cotización de las acciones de Amazon aumentó en 1.000%, situándola entre las compañías más importantes de la Bolsa de Valores de Nueva York. 


El hecho que más llama la atención es que Amazon ni siquiera es un consorcio tecnológico voluminoso dedicado a la fabricación de productos, sino es una compañía mediana dedicada a la venta de libros vía Internet, con márgenes de ganancia regulares.


Dicho de otra forma, pareciera ser que en Wall Street, cualquier empresa que lleve el sufijo "com" en su nombre, encandila rápidamente a los inversionistas, lo que eleva sus cotizaciones a niveles nunca antes vistos.
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Por definición, según las reglas de la economía tradicional (y de la física), toda burbuja que no deja de crecer tiene que estallar.   Los inversores empezaron a cansarse de que estas compañías después de dos o tres años de fundadas siguieran sin dar resultados.  Al contrario, sus balances reflejaban pérdidas abultadas mientras los fundadores y gerentes seguían rezumando confianza y seguían mostrando proyecciones con millones de transacciones que se realizarían en el futuro.  Esto no era nada nuevo: la ilustración de abajo muestra el fenómeno ya en 1901.

Burbujas bursátiles-Ilustración de 1901
Allways the same-Udo J. Keppler

El problema era que estas no se estaban cumpliendo para nada.  Las proyecciones que los analistas habían realizado a partir de 1995 al llegar a 2000 no se estaban haciendo realidad.  Si bien los internautas crecían cerca de la proporción esperada, estos no se comportaban en la red como se había pronosticado.  Además, el alto valor de los títulos, increíblemente rentable para los inversores más antiguos, alentaba a vender y generar plusvalías. “Hacer caja” en sus carteras. Veamos alguna de estas previsiones:

La realidad era que los pronósticos, elaborados como dijimos antes en un contexto complicado, habían sido exageradamente optimistas.  La mayor parte de los modelos de negocio se basaba en que con una buena campaña publicitaria por medios “tradicionales” (TV, Radio, Prensa), los usuarios de Internet, se transformarían rápidamente en consumidores de los productos y servicios ofrecidos en los portales.

Salvando algunos casos excepcionales o modelos híbridos, lo que empujaba el crecimiento del sector eran las empresas, que se dedicaban a vender productos y servicios por Internet (e-tailers), todos los demás subsectores, dependían en sus ingresos sustancialmente del éxito de éstos (vendedores de software, seguridad, facilitadores, vendedores de contenidos).  Esto era cierto con la relativa excepción de los vendedores de acceso.   Las ventajas que daba la red eran lo suficientemente importantes para que, sin mayor oferta de e-tailing, la gente crecientemente quisiera acceder a ella.  En todo este período la cantidad de accesos, siguió incrementándose con fuerza.

Los e-tailers se dividieron en dos segmentos: B2C (Business-to-Consumer) y B2B (Business-to-Business): el primero de ellos se dedicaba a vender productos y servicios a consumidores finales y el segundo al comercio entre empresas.  

Las empresas que seguían modelos de negocio B2C necesitaban generar volumen de transacciones porque sus ingresos se centraban en dos elementos: los ingresos por publicidad y las comisiones por la venta de productos y servicios.  El volumen era esencial porque el valor de la publicidad dependía de la cantidad de gente que visualizaba la página y las comisiones no podían ser mayores que en el mundo físico y se debían cubrir altos costes fijos con muchas transacciones pequeñas.   

Además, los proveedores de artículos al consumidor, si bien tenían menores costes de infraestructura (por la menor necesidad de espacio físico), stock y gastos de comercialización  debían soportar un mayor coste logístico que se derivaba de la necesidad de transportar pequeños artículos a grandes distancias en poco tiempo, usando las tarifas normales de correos y paquetería, que muchas veces superaban el valor del producto.

Las empresas que seguían modelos B2B no necesitaban tener tanta cantidad de transacciones (y la publicidad era irrelevante), porque cada transacción entre empresas tenía mayor valor absoluto, pero necesitaban imperiosamente que las corporaciones “brick and mortar” tomaran la decisión estratégica de hacer sus compras por la red, con la promesa de una mayor productividad y menores costes en la compra de sus productos.

Pero el problema era que en las corporaciones industriales con mayor poder de compra, la mayor parte de éstas correspondía a proveedores de suministros estratégicos (combustibles, energía, materia prima) de gran volumen y tamaño.  Las adquisiciones se negociaban a largo plazo, y la selección de proveedores se realizaba a veces por motivos diferentes al mero coste del producto (cuestiones estratégicas, plazos de entrega, integración con el proveedor).  Salvo algunos casos puntuales, esto dejaba afuera al 85% de las compras de las empresas en la mayoría de los segmentos.

Un problema serio era que el otro 15% normalmente incluía solamente las compras llamadas MRO (Maintentenance, Repairs and Office Supplies-Mantenimiento, Reparación y Suministros de Oficina). Estas compras se realizaban normalmente a proveedores muy pequeños como librerías o ferreterías.  Aquí se planteó el tradicional problema del “huevo o la gallina”. Los pequeños proveedores no querían pagar a los portales por tener presencia en Internet (no podían permitírselo), si no tenían garantizado un volumen de compra que lo ameritara.  Por otro lado, no les era atractivo el modelo de competencia o de subastas por Internet, que les obligaba a bajar sus precios.

Pero del otro lado, las grandes corporaciones no veían ventajas de pagar por tener acceso a más proveedores si la oferta de éstos no era abundante y atractiva, y los beneficios por descuentos no eran mejores que los que lograban en el medio físico.  Por supuesto, hubo casos puntuales donde se lograron grandes descuentos, pero no se logró definir una tendencia general.

Finalmente, los Gerentes de Compras no estaban dispuestos a cambiar drásticamente su forma de trabajar para atender temas de compras menores, que ya tenían bien resueltos por otros métodos.  Todo esto sin mencionar que la adopción de estas técnicas de compras traía aparejado unos costes fijos, sobre todo al principio, bastante altos en términos de cuotas fijas de suscripción, porcentajes sobre las compras realizadas, además del impacto del cambio en sus procesos internos y en la relación con sus proveedores habituales.  El hecho de que no hubiera gran cantidad de compradores por gran volumen, tampoco inducía a los proveedores pequeños a sumarse al ciclo, lo que realimentaba la rueda.

Por otro lado, donde el uso de Internet en B2B era viable con pequeños proveedores-grandes compradores integrados (en sectores como la automoción o el retail), resulta que este no era novedoso.  Desde hacía años, el concepto de “empresa ampliada” había logrado la integración de los sistemas de cadena de producción, por medio de otras tecnologías como EDI.  La introducción de una tecnología como Internet podía traer algunas ventajas de reducción de costes operativos, pero nada más, porque los beneficios de productividad ya se lograban.  

Además, las empresas con modelos B2B tropezaron con la “competencia” de las propias empresas “brick and mortar”, que siguiendo la tendencia general, individual o en forma asociada montaban sus propios portales para hacer sus compras en Internet, obligando a sus proveedores a enviar sus ofertas o listas de precios por este medio, pero ya hablaremos de ello.

La cuestión es que las empresas B2C tropezaron con el problema que el volumen de transacciones no crecía según lo previsto.  La cantidad de usuarios de Internet seguía creciendo, pero no visitaba sus páginas y, si lo hacía, no compraba.  La esperanza de la “nueva economía” era que la gente común adquiriera acceso a Internet y modificara sus hábitos de compra, haciendo la mayoría de sus adquisiciones menores por la Web, dejando las compras en locales físicos para cosas como casas o coches (aunque algunos creían que era posible vender estos por Internet).

La realidad mostró que esto no era así.  Un muy escaso porcentaje de personas se dedicaba a comprar por Internet y si bien era creciente, era insignificante comparado con el comercio físico, y se concentraba en algunos segmentos muy determinados como libros o artículos de electrónica/informática.  Además, la profusión de sitios web hacía que estas compras se repartieran entre muchas empresas.  Sin contar con que muchas empresas tradicionales, a un modesto coste, abrieron un canal de venta por Internet y encontraron que muchos clientes siguieron fieles a ellos en ese ámbito.

Las proyecciones erraron por mucho.  Los ingresos por publicidad declinaron cuando se vio que no había la audiencia prometida y que ésta no generaba las ventas previstas, y las escasas comisiones no alcanzaban a cubrir los costes fijos.  Mientras los empresarios seguían agitando la bandera de la “nueva economía” y prometía que la “explosión” estaba al caer, los inversores empezaron a mirar los números rojos con preocupación.  No ayudaba a esto el extravagante estilo de vida de algunos de los fundadores de las empresas, los altos salarios y gastos ejecutivos, cuando sus empresas estaban en quiebra técnica.

En marzo de 2000, después de haber tocado techo el valor de las acciones empezó a declinar. Primero, suavemente, luego más rápido y luego hasta transformarse en una estampida general donde todos trataban de huir del mercado en derrumbe.  Los que siguieron siendo optimistas y no liquidaron sus acciones en ese momento, habían perdido todo para siempre.  Un mes después de llegar al tope, con una caída promedio del 12% del índice Nasdaq todavía había cierta esperanza:

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NUEVA YORK (ANSA).- Las bolsas neoyorquinas se pondrán a prueba hoy, tras una de las semanas más turbulentas de su historia.

El viernes último la confianza de los inversores volvió a sostener el Nasdaq y los títulos tecnológicos, si bien el Dow Jones quedó dominado por la incertidumbre.  En la última sesión de la semana el Dow cerró con una caída de 2,79 puntos, equivalentes a una baja del 0,03 por ciento, registrando una merma de 11,11 puntos. En cambio, el Nasdaq subió el 4,19 por ciento (178,88) y registró 4446,39 unidades. 


La cinco sesiones de la semana terminaron con un balance modesto: el Dow Jones subió el 1,7 por ciento y el Nasdaq tuvo una caída del 2,7 por ciento. Las ruedas de toda la semana mostraron, asimismo, una tasa muy elevada de volatilidad y nerviosismo. Afectado por el segundo veredicto de culpabilidad contra Microsoft, el Nasdaq vaciló a principios de semana, perdiendo el 7,6 por ciento. 


La sesión más dramática llegó al día siguiente: los mercados rozaron la caída del martes último, cuando el Nasdaq, golpeado por una imprevista fuga de los títulos "hi-tech", bajó el 13 por ciento y el Dow perdió más del 4% en pocas horas. Ambos índices recuperaron la pendiente; sin embargo, antes del cierre de esa jornada, el temor a la explosión de una burbuja especulativa retornó al menos por el momento. 


La extrema volatilidad relanzó el debate sobre las perspectivas de la Bolsa. Algunos operadores apuestan a futuras alzas, pero otros creen que continuarán las tensiones. Para las próximas sesiones, según Larry Rice de Josephthal Lyon, la tendencia del mercado podría reanudar la falsa línea de principios de año: Nasdaq en alza y Dow Jones en dificultades: "Apenas el Nasdaq recupere la confianza de los inversores, los capitales volverán a premiar al sector tecnológico."

Por su parte, Phil Ratu de Merryl Lynch invita a la cautela: "El mercado tuvo una escalada y los precios están un poco altos. Por ello, muchos inversores todavía titubean"
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Dos meses después, todavía se pensaba que el “estallido” era una mera corrección que se arreglaría en dos semanas.

En este contexto, podría adjudicarse la fuerte baja de los mercados de los últimos tiempos a la suba de tasas prevista, pero fundamentalmente a la desmedida valoración de las empresas tecnológicas norteamericanas que cotizan en el Nasdaq. 


Si realmente la Fed (Reserva Federal) sube la tasa medio punto, es probable que esto despeje el futuro de próximas nuevas alzas de tasas y en un par de semanas renazca la estabilidad en los mercados.” (La Nación, 15 de mayo de 2000)

El desplome se produjo en cámara lenta.  Los valores descendieron en una espiral hasta tocar fondo en diciembre de 2000. En el ínterin quedaron atrapados miles de millones de dólares de ahorristas privados, fondos de inversión, capitales de riesgo e inversiones de las grandes empresas en el sector.  240 empresas fueron eliminadas de los listados del Nasdaq al no poder sostener su cotización por más de un mes por encima de 1 dólar por acción.  Se calcula que otras 4000 empresas relacionadas con Internet tuvieron que cerrar sus puertas sólo en los EE.UU. Otras compañías fueron compradas, absorbidas o fusionadas a precios de risa, acorde con su valuación de unos meses antes.
La caída
Evolución del Indice Nasdaq

La burbuja había llegado como había venido, salvo unos pocos elegidos, los pobres seguían siendo pobres y los ricos, ricos, el ciclo económico no se había modificado y las “nueva economía” no había emergido de los libros y “powerpoints” de consultores y analistas. Sin embargo, sus efectos fueron devastadores para la industria tecnológica.

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