viernes, 14 de agosto de 2015

Los mitos de la gestión (no) sostenible (final)

(Viene de la nota anterior) 

(English version here)

Decíamos en la primera nota que el tercer mito era el la impotencia: la sensación de que queriendo hacer algo careceremos de medios o herramientas para considerar factores de sostenibilidad en las decisiones empresariales.

Sin embargo, si uno mira el panorama actual empiezan a aparecer una serie de herramientas para introducir factores de sostenibilidad en la gestión empresarial.  Un gestor interesado puede empezar a aprovecharlos en beneficio del consenso global por la sostenibilidad y de su propia empresa, cuya supervivencia también depende, en definitiva, de la sostenibilidad de su medio (por no hablar de los factores reputacionales).

Si bien en la currícula académica el tema todavía no está bien introducido, las escuelas de negocios detectan la demanda sobre el tema y empiezan a ofrecer programas específicos de sostenibilidad.  Las grandes empresas de Consultoría también han desarrollado prácticas específicas de sostenibilidad, con experiencia en diferentes sectores, además de una serie de boutiques que están especializadas en el tema.

También existen organizaciones internacionales como la GESI, (www.gesi.org), una asociación de empresas tecnológicas cuyo objeto es crear y promover tecnologías sostenibles.  La GESI ofrece trabajos de investigación, metodologías, white papers y mucho material útil para formarse en el tema y utilizarlo para generar ideas de transformación para diferentes negocios e industrias.

Uno estaría tentado a pensar que estas iniciativas están relacionadas con proyectos de investigación científica de envergadura: el desarrollo de nuevos combustibles, la mejora de eficiencia de los motores, nuevas fuentes de energía. Esto no está al alcance de la mayoría de los gestores, sólo en determinados sectores industriales.  Pero eso sería tener fé en el descubrimiento de una fuente de energía inagotable, barata y renovable.  Un pensamiento mágico.

Sin embargo, es mucho más realista pensar que la sostenibilidad se puede lograr con una suma de estas investigaciones y muchos pequeños pasos dados en la dirección correcta por muchos gestores de todas las industrias y las Administraciones Públicas, además de la propia involucración y concientización de cada ciudadano.

Aquí hablaremos de lo que más conocemos, lo que llamamos transformación digital. Basada generalmente en dos conceptos: 

(1) Reemplazar el movimiento de átomos por bits (como ya destacó Nicholas Negroponte en su obra clásica, Being Digital en los ´90) 
(2) Utilizar la tecnología para incrementar en un orden de magnitud la eficiencia en el uso de los recursos o, simplemente, facilitando el uso de recursos compartidos.

Como ejemplo del primer caso tenemos la enorme transformación de algunas industrias como la del libro.  La descarga electrónica reduce el consumo de papel, el consumo energético, el uso de vehículos y muchos otros pequeños consumos indirectos propios de su cadena de distribución.  Esto no quiere decir, muchas veces, necesariamente trastocar la experiencia de usuario de visitar una buena librería en un espacio agradable y buen catálogo. Un ejemplo de esto es Seebook, donde en una librería tradicional se puede comprar una tarjeta de descarga.  O el concepto de edición XXI,que combina los medios impresos y audiovisuales.

En el segundo grupo podemos incluir soluciones tecnológicas como softwares de optimización de rutas (que evitan el desperdicio de recursos calculando el camino más corto), los agregadores o centrales de reservas, las soluciones de Smart Metering y todas las soluciones de eficiencia urbana que generalmente agrupamos bajo el nombre de Smart Cities, como se explica en este artículo.

En la implantación de estas soluciones sostenibles, caben dos niveles de responsabilidad.  Los que estamos en el sector tecnológico tenemos la facilidad de incorporar elementos de sostenibilidad en el diseño de nuestros productos.  En otros sectores tienen la posibilidad de elegir, para modernizar o transformar sus procesos, entre soluciones más o menos sostenibles, dentro de un mismo nivel de eficiencia o de coste para la empresa.

Un buen ejemplo de lo que se puede lograr en esta materia lo da la industria automotriz.  En los últimos 20 años las emisiones medias de dióxido de carbono (CO2) de los automóviles en Europa se redujeron en un 31,7%.  Esto no es obra de un sólo sector: es la acción combinada de las investigaciones de miles de fabricantes, las regulaciones de los Gobiernos y, sobre todo, los millones de decisiones individuales de los consumidores (cada una independiente de la otra), las que han permitido lograr este resultado. Pero no es el único caso ni el más reciente.

En 1796, el virus de la viruela asolaba Europa, causando millares de muertos.  Un par de años después Edward Jenner publicó su trabajo explicando como había conseguido sintetizar la primera vacuna contra el virus.  En 1800, la vacuna estaba en España y se empezó a aplicar a pequeña escala.  Para 1803, el médico de la Corte, Francisco Javier Balmis, se dio cuenta que estaba en sus manos convencer al Rey Carlos IV de que estaban en condiciones de salvar millones de vidas.
Francisco Javier Balmis

Lo que siguió fue "uno de los viajes más extraños que tiene como protagonista a la medicina y a la ciencia en el siglo XIX" (Díaz de Yraola, Gonzalo: La vuelta al mundo de la expedición de la vacuna. Sevilla. Escuela de Estudios Hispanoamericanos, C.S.I.C. 1948, p. 1).  
Las emisiones medias de dióxido de carbono (CO2) de los automóviles en Europa se situaron en 127 gramos por kilómetro durante el año pasado, lo que supone una reducción del 31,7% respecto a los 186 gramos por kilómetro de 1995

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2127004/0/emisiones-co2/coches/bajan/#xtor=AD-15&xts=467263
Las emisiones medias de dióxido de carbono (CO2) de los automóviles en Europa se situaron en 127 gramos por kilómetro durante el año pasado, lo que supone una reducción del 31,7% respecto a los 186 gramos por kilómetro de 1995

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2127004/0/emisiones-co2/coches/bajan/#xtor=AD-15&xts=467263
Las emisiones medias de dióxido de carbono (CO2) de los automóviles en Europa se situaron en 127 gramos por kilómetro durante el año pasado, lo que supone una reducción del 31,7% respecto a los 186 gramos por kilómetro de 1995

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Balmis persuadió al Rey de generalizar la vacunación en la Península y proveer de vacunas a todos los hospitales. Pero, además, de enviar una expedición para inocular a toda la población del Imperio en Ultramar.  El gran problema resultaba ser encontrar un mecanismo de preservación del suero con los anticuerpos pero encontró la solución: llevar en el viaje a un número de niños y usarlos como "reservorios naturales", pasando por intervalos la vacuna de uno a otro.

Para esta tarea se pidió a niños voluntarios en los hospicios de La Coruña, ofreciéndoles alimentación, vestido y educación a cargo del presupuesto público hasta la edad de trabajar. Pero como ningún padre ofreció a sus hijos, sólo se pudo contar con niños huérfanos.

Así comenzó la Real Expedición Filantrópica de la VacunaEspaña fletó el navío María Pita con Balmis, 2 médicos asistentes, 2 prácticos, 3 enfermeras y 22 niños huérfanos de 8 a 10 años, a cargo de la rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña Isabel López de Gandalia. La expedición pasó por Canarias, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, México y Filipinas.  En América se dividió en diferentes grupos cuya tarea duró varios años.

Ruta de la expedición Balmis
http://podcastmicrobio.blogspot.com


Con la ayuda de las autoridades locales y, sobre todo, de la Iglesia, los diferentes grupos consiguieron llegar no sólo a las ciudades criollas sino a las poblaciones indígenas en las zonas rurales de interior.  Se intentaba que caciques y personas notables se vacunaran primero para dar el ejemplo y animar al resto a hacerlo, a pesar del miedo y las resistencias culturales.

Además, el barco llevaba 500 ejemplares del Tratado práctico e histórico de la vacuna de Moreau de la Sarthe, para ser distribuido entre las autoridades sanitarias y facilitar la creación de centros de vacunación.  En Manila, Balmis se enteró de que la vacuna no había llegado a la enorme población china.  Entonces pidió permiso para navegar hasta Macao, desde donde se adentró profundamente en el interior de China, vacunando en varias ciudades hasta llegar a Cantón.

En tres años, Balmis vacunó a 250,000 personas, un logro extraordinario para la época, y creó una infraestructura de vacunación que continuó la tarea.   La viruela fue finalmente erradicada tras un enorme esfuerzo internacional de 20 años en 1980, casi 200 años después.  Pero la baja incidencia de la enfermedad en las poblaciones americanas durante ese período es fundamentalente consecuencia de la obra de Balmis.

Siempre se puede hacer algo. El Dr. Balmis tenía la tecnología, pero tuvo que convencer a las autoridades a usarla, y necesitó la colaboración de cientos o miles de personas, que con sus decisiones individuales, muchos sin ninguna obligación, ayudaron a llevar esta misión adelante. Alexander von Humboldt dijo, años después: "Este viaje permanecerá como el más memorable en los anales de la historia".


viernes, 7 de agosto de 2015

Los mitos de la gestión (no) sostenible (2a Parte)

(Viene de la nota anterior)

El mito de la fatalidad

El segundo mito es el de pensar que no hay nada que se pueda hacer, que la pérdida de la sostenibilidad de nuestro hábitat ocurrirá igual, hagamos lo que hagamos. O lo que es lo mismo, pensar que es una consecuencia no deseada del desarrollo industrial de una Sociedad.  Hay buenas razones para pensar esto, viendo muchos ejemplos del rápido deterioro medioambiental en ciudades o regiones que se han desarrollado a gran velocidad, en China o India, por ejemplo.  Nueva Delhi o Pekín, actualmente compiten por ser las ciudades con peor nivel de calidad de aire del planeta, llegando a límites muy peligrosos, como se cuenta en esta  nota.

Sin embargo, también encontramos muchos ejemplos contrarios.  La consciencia por la sostenibilidad no es nueva, como no lo son los desastres medioambentales como vimos en la primera nota.  Por tanto, es lógico que existan ya tecnologías que nos permiten salvar, mejorar y recuperar una ambiente sostenible.

En una reciente charla Francisco Jariego, Director de IoT de Telefónica, comentaba el ejemplo de la ciudad de Londres.  A principios de la década de 1950, Londres, la primera metrópolis industrial del mundo, había alcanzado un alto nivel de deterioro ambiental, comparable con el de las ciudades chinas de la actualidad.  El abastecimiento energético de la ciudad se basaba fundamentalmente en el carbón (igual que Pekín hoy).  Las calderas de los edificios se alimentaban del mismo material y, en esos años, el transporte público pasó del relativamente eficiente sistema eléctrico al de autobuses impulsados por combustibles diesel.

Entre el 5 y el 9 de diciembre de 1952 ocurrió el desastre.  Un frente frío incrementó el consumo de carbón, a lo que siguió un período de anticiclón y de calma.  El viento no dispersó las partículas y el humo y el hollín se asentó en la ciudad. Para peor, el carbón usado era de muy mala calidad, con altas cantidades de azufre (el Reino Unido afrontaba una escasez de divisas en la posguerra y exportaba casi todo el carbón de buena calidad). Es lo que se dio por llamar la "Gran Niebla" o "Great Smoke".

Getty Images-La gran niebla de Londres de 1952
Una densa mezcla de niebla y humo negro cubrió la ciudad, invadiendo incluso las viviendas y los espacios públicos.  La conducción se hizo imposible y el servicio de autobuses se vio interrumpido, incluso el tránsito de ambulancias.  En los cines, teatros, el público era incapaz de ver la pantalla o el escenario, y lo mismo ocurría con los recintos deportivos. Las patologías respiratorias se dispararon y los hospitales se colapsaron.  Los servicios médicos calcularon que murieron 4,000 personas como consecuencia directa de la crisis, aunque algunos estudios modernos elevan la cifra a 12,000.  Se calculan entre 25,000 y 100,000 enfermos por causas conexas.

Sin embargo, semejante creó la consciencia necesaria para cambiar las cosas. Se establecieron nuevas leyes para restringir el uso del carbón para la producción de electricidad y otras industrias. Se incentivó a los propietarios a cambiar sus calderas de carbón mineral por gas o carbón de coque. También se empezó a construir edificios con sistemas más eficientes de calefacción central. Los pasos fueron lentos y llevaron décadas (en 1962, se produjo un episodio parecido).  Pero a pesar de cada paso parecía insignificante e irrelevante, se los dio y se fue avanzando.

Actualmente, Londres ocupa el puesto número 171 entre las ciudades más contaminadas, y bajando.  Es la de mejor performance entre las grandes capitales europeas, superando a Berlín, Paris, Madrid, Estocolmo.  Aunque todavía tiene margen para mejorar, su ayuntamiento sigue una clara estrategia  y se siguen haciendo inversiones para mejorar la calidad del aire.

En síntesis, las tecnologías para evitar el desastre y recuperar los hábitat está allí.  Es conocida y da resultados.  Es el pensamiento a corto plazo y el fatalismo, lo que lleva a no aplicarlas adecuadamente. Pero si un conjunto de gestores sigue un mismo camino, con sus matices, a lo largo de un tiempo largo se obtienen grandes beneficios, sólo es cuestión de atreverse a dar el primer paso.