viernes, 22 de junio de 2018

David Orban, la innovación exponencial y sociedad en red

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(English version here/Versión en inglés aquí)

Hace unos días asistí, invitado por el Instituto de Empresa, a la Master-Class de David Orban, profesor de la Singularity University, en Madrid.  Nacido en Hungría, y formado en Física en Padua y Milán, Orban es un referente en el ámbito de las start-ups tecnológicas, fundador y socio-director de la incubadora Network Society Ventures, autor de libros y frecuente ponente en la materia.

El contenido de la exposición estuvo centrado en su visión del futuro y se pueden resumir en dos ideas clave: la innovación exponencial y los nuevos modelos del trabajo y la organización humana.  También fueron muy interesantes algunas reflexiones, acerca de la gestión de las empresas tecnológicas y su forma de medir el éxito. Aunque es un precursor en la materia se habló poco de Criptomonedas y Blockchain (posiblemente porque para él es algo más actual que futuro).

David Orban 
(derechos David Orban)



En cuanto al primer punto, Orban diferencia la innovación exponencial de la tradicional, siguiendo los cánones de la Singularity University.  Estamos acostumbrados a tratar con la innovación en forma incremental (mejora de producto) e incluso en forma disruptiva (creación de nuevas clases o categorías), pero analizando su impacto en unas pocas variables de empresa: el flujo de caja, el retorno de la inversión, etc.

En cambio, la innovación exponencial (2X) es un modelo teórico (no práctico) que tiene en cuenta la correlación con muchas más variables como el impacto del “invento” en los indicadores de nivel de vida de la población, en aspectos éticos o en la influencia que pueda tener en otras actividades humanas.  Planteada la “idea innovadora”, la metodología se basa en hacer un análisis predictivo a largo plazo de todas sus consecuencias.

Por ejemplo, pensemos en el coche autónomo.  Es una idea claramente 2X que tiene un enorme impacto en la vida de las personas: reducción del consumo de combustible y de las emisiones, mejoras en la productividad del sector de transporte, mayor tiempo libre de las personas y la reducción de las tasas de accidentes.  Todo parece positivo.

Sin embargo, la metodología de innovación exponencial debe ir más allá.  Así, la reducción de la tasa de accidentes (fatales) tiene una correlación inesperada: la dramática reducción de órganos humanos para trasplantar, lo que tendría un impacto muy negativo en la tasa de mortalidad en el segmento de personas entre 50 y 75 años, que son los más expuestos a terapias de trasplante. 
Para completar el modelo hay que buscar una solución a esas consecuencias negativas.  En este caso, para evitar el impacto negativo el desarrollo del coche autónomo tiene que ir acompañado de una dramática aceleración de la inversión y la mejora en la fabricación de “órganos de cultivo” u “órganos artificiales”.  

Esto puede parecer irreal, pero no lo es tanto al constatar que los ciclos de innovación se están acortando.  Por ejemplo, un impacto similar al del coche autónomo está por llegar con la Computación Cuántica pero no ya a 30 años, sino en los próximos 10 años. Para modelar los tiempos de innovación, Orban cree en el modelo clásico de S-Curve: es fundamental determinar en qué punto de la curva está ubicada una tecnología para determinar el tiempo de desarrollo que queda a su fase de despegue y madurez.

Aunque no es una idea original, Orban es un convencido que los ciclos se aceleran debido a que las nuevas tecnologías de comunicaciones están promoviendo un tipo de organización “en red”, que se diferencia dramáticamente del antiguo modelo de organización social por jerarquía.  

Por ponerlo en cifras, en un modelo jerárquico en el cual cada actor interactúa con sus agentes subordinados, el número de interacciones necesario para “difundir” una tecnología se calcula en 28 = 256, para llegar a 8 grados de distancia.  El modelo “en red” (todos relacionados con todos) facilita que un solo actor se pueda interactuar, al llegar a los 8 grados de distancia se han producido 8^8, o sea más de 16 millones de interacciones.  

Este nuevo modelo lleva hacia un nuevo tipo de sociedad, la “Network Society”.  Orban define claramente 3 grandes oleadas de transformación social:

·         La revolución de la educación pública en el S. XIX:  en general, al hacerse masiva la educación, por primera vez, la gente tuvo la posibilidad de trabajar en algo distinto a lo que trabajaban sus padres.  Anteriormente, las artes y oficios, salvo excepciones, se transmitían de padres a hijos.
·         La introducción de la formación en el trabajo:  a partir de la década de 1960, la automatización, la ciencia del management y los nuevos métodos de producción, obligaron a re-entrenar a los trabajadores en nuevas habilidades, de tal forma que al final de su vida laboral podían estar haciendo una tarea completamente diferente la que hacían al principio.
·         Cuando dos trabajos no son suficientes: a partir de los años ´80 el mercado laboral volvió a cambiar decisivamente.  Por el impacto de las nuevas tecnologías y las posibilidades de educación superior, la gente empezó a cambiar rápidamente de empleo y, con muchas opciones de formación, ejercer muchos trabajos a lo largo del tiempo, abriendo más posibilidades de progreso y de hacer lo que “a uno le gusta”.

Según Orban, veremos, en el futuro (y no muy lejos), una nueva forma de organización social, basada en el concepto de red, donde el concepto de “trabajo” variará radicalmente.  Algunas empresas ya están empezando a cambiar sus métodos. Google, por ejemplo, ha implementado un programa “mixto” para que sus empleados dediquen el 20% de su tiempo a un proyecto personal, basado en el criterio de que la “pasión” por una idea, supera en éxito, a los impulsados por la Dirección.

Adicionalmente, el alargamiento de la esperanza de vida hace que la gente tenga 10 años más de vida laboral potencial.  Los largos períodos de retiro no son sostenibles por los planes de pensiones, pagados empleados y empresas.  Probablemente, aparezca el concepto al que no llamaremos “trabajo” en el sentido tradicional, a medida que se abren muchas más posibilidades para emprendedores y de colaboración en red.

En este nuevo modelo, Orban no cree en la competencia hombre-máquina. No cree en que la IA vaya a reemplazar habilidades humanas, sino a complementarlas. Un concepto que denomina “neuromation”.  Su foco, como experto e inversor, consiste en impulsar la IA como herramienta para extender las fronteras de la Inteligencia Humana. Su función está en descargar al cerebro de tareas como la “búsqueda de información” (disponible en una amplia red) o de “identificación de patrones” y que los humanos se centren en las habilidades cognitivas o de razonamiento.

Un elemento clave en esta transformación es el acceso a las fuentes de energía. En esto Orban es particularmente optimista en cuanto al desarrollo de la Energía Solar como una fuente disponible para todos y como “combustible” de la sociedad en red.  Fue particularmente crítico con los métodos tradicionales de las autoridades energéticas para calcular el potencial de esta energía, que considera será decisiva en el futuro y que no ha llegado a su máximo potencial. Orban invierte en crear un mercado global de intercambio de energía generada por el sol (SUNEX) con este fin.

Finalmente, Orban  restó importancia a la contabilidad financiera como elemento para medir el éxito de las empresas tecnológicas.  Considera que el dinero es un indicador para decidir sobre la “asignación de recursos” en una compañía.  Su éxito debe medirse en función del timing de sus productos y servicios, de su roadmap a medio y largo plazo y su propuesta de creación de valor.  A su juicio, una empresa que paga un dividendo a sus accionistas está reconociendo un fracaso.  Es decir, les devuelve el dinero porque no sabe qué hacer con él, donde invertirlo, en qué productos apostar a futuro. 


En resumen, uno puede estar de acuerdo o no con los pronósticos de David Orban, pero su mirada es provocadora y hace pensar. Ofrece un modelo de pensamiento amplio y a largo plazo al que no estamos habituados e ideas sobre la gestión del trabajo y las empresas, que son muy actuales, y en plena fase de ensayo, cuyos efectos veremos a corto plazo.

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