domingo, 21 de octubre de 2018

¿Por qué ayudar a los niños de Madagascar?



 Confieso que cuando me invitaron a participar en esta campaña para apoyar un proyecto educativo en África, me sorprendió escuchar el nombre de Madagascar.  Uno está acostumbrado a recibir noticias sobre proyectos de ayuda al desarrollo en muchos otros países: Etiopía, Somalia, Kenia, Sudán, Burundi, entre otros. Pero Madagascar sigue siendo esa isla misteriosa, que es más conocida por su biodiversidad, donde los lémures se llevan todo el protagonismo.

Pero si uno profundiza un poco más descubre que la República Malgache (nombre oficial) es uno de los países más pobres del mundo, entre el 80% y el 90% de sus 25 millones de habitantes vive con menos de 2 U$S al día.  La mitad de los niños menores de 5 años sufre de desnutrición infantil, la cuarta tasa más alta del mundo.  

¿Por qué los malgaches son tan pobres? ¿Qué les ha ocurrido para estar en esta situación? Aquí surge siempre la sospecha o prejuicio habitual que los que vivimos en Europa tenemos de los países africanos sobre la corrupción política, debido a la debilidad de sus instituciones, y los conflictos civiles tribales.

Pero en este caso no es totalmente aplicable.  La población autóctona de Madagascar ni siquiera hereda los conflictos tribales habituales en el continente africano.  De hecho, la isla fue colonizada originalmente por poblaciones indonesias, cruzando el inmenso Océano Índico, en una fecha muy tardía, el Siglo IV d.C.  

Mucho más tarde llegaron poblaciones bantúes de África que se mestizaron y generaron una población muy homogénea, casi con la misma carga genética de ambos grupos.  Esto, sumado al aislamiento geográfico, (a más de 400 km de la costa) creó una cultura y tradición única, con escasos conflictos interiores.

Incluso la colonización francesa fue corta. Apenas duró unos 50 años, entre 1895 y 1946, llegando a la independencia plena en 1960. Eso sí, tras la misma se sucedieron crisis políticas severas y períodos dictatoriales, en los cuáles floreció la corrupción, se degradó la educación y el sistema judicial, pero quizás en forma no tan severa como en otros países, que sufrieron sangrientas guerra civiles. Esto no puede explicar la pobreza relativa del país.

Aun así, la realidad sigue siendo la misma: es un país de los más pobres del mundo. Sin embargo, ocupa el puesto 58 de los países que reciben ayuda exterior, apenas unos 500 millones de U$S. Egipto, el primero de la lista, recibe 11 veces más.  Países europeos como Serbia, Ucrania o Bosnia reciben más dinero.

Entonces…¿Por qué nadie habla de Madagascar? ¿Por qué otros países atraen mucho más la atención de los donantes? Quizás la mejor explicación se la debemos a Elke Wisch, delegada de las Naciones Unidas en el país y muy conocedora del tema, en esta nota del periódico “The Guardian

“We have a lot of other countries where for children the situation is not good but for some reason those countries get more attention than Madagascar. This is an island. There is no terrorism. There are no geopolitical interests. We are very much off the map. There is a need for an urgent priority list but Madagascar will probably never attract donor aid like Malawi or Tanzania or Uganda”

Al final, la razón para tanta pobreza y tanta desatención es una desventaja comparativa, de la que los malgaches no tienen ninguna responsabilidad: el aislamiento geográfico.  Madagascar nunca estuvo en ninguna ruta comercial importante, nunca tuvo un recurso natural estratégico. Su escasa población con una cultura única nunca fue un mercado importante para nadie, y los costes logísticos para importar y exportar cualquier mercancía son altos.

Esta situación geográfica, en medio del Océano abierto, agrega un segundo problema insoluble: el violento clima de la zona.  Madagascar sufre al menos 3 eventos climáticos catastróficos al año en la forma de tormentas y ciclones, que maltratan las costas, dañan los caminos y encarece el mantenimiento de las infraestructuras en general.  A esto se agrega, en los últimos años, el aumento de la temperatura y la mayor frecuencia de las sequías.

A pesar de todo, los malgaches están haciendo un enorme esfuerzo por mejorar.  En 2014, las fuerzas políticas acordaron una nueva constitución democrática y tuvieron unas elecciones homologadas internacionalmente.  La mayor estabilidad aceleró el crecimiento del PIB hasta un 4% anual, pronosticándose que se acelere al 5%.  Desde el año 2002 se vienen priorizando las inversiones en educación, duplicando el número de alumnos inscritos.  Incluso el índice de Transparencia ha mejorado en un 33% en los últimos 5 años (aunque sigue estando en el puesto 155 de 180).

La IV República Malgache está empezando a negociar programas de ayuda, en conferencias de donantes, exhibiendo sus reformas democráticas. Pretende convocar inversión extranjera genuina y acelerar su crecimiento, mejorando su infraestructura turística.  Aprovechando su gran biodiversidad y sus bosques vírgenes, esperan atraer 500,000 turistas en 2018, contra unos 360,000 de 2017. 

En estas circunstancias creo que Madagascar merece toda nuestra ayuda. La geografía y la climatología los ha colocado en una posición difícil, pero aun así luchan por salir adelante.  El proyecto de la Fundación Agua de Coco deEspaña “120 Oportunidades en Madagascar”, se ha creado para apoyarles en este dificil objetivo, mejorando la educación y la autonomía de niños y adolescentes. 

Como dice Marina Salmerón en este artículo de "A un Clic de las TIC" "la tecnología y la digitalización son un instrumento para que las actividades que se realizan amplifiquen su alcance. Uno de los retos del programa consiste en convertir lo digital en un escenario de igualdad de oportunidades para todas aquellas personas que lo necesiten. Se trata de favorecer su desarrollo social, sin importar dónde se encuentre el voluntario que, gracias a las iniciativas online, puede colaborar con entidades de cualquier lugar del mundo, en tiempo real.  
 
Por eso te pido que ayudes con tu donación a través de este link.

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